
CREPÚSCULO
La alborada dormita entre nanas de grillo.
Ojos lejanos, callados, le aplauden melodía.
El campo dormita y alborota. Lo escucho.
Sobre mi ventana, en cambio, no veo vida.
De pronto todo cambia. El rayo ilumina.
El viento golpea sobre melodía, y zozobra.
Me llega racheado, empuja y se marcha.
Busco quien lo mueve. No lo encuentro.
El cielo se encierra, oscurece y espanta.
Se contrae, por temor a mí, presiento.
Surge una estrella sobre cortina enlutada.
Me guiña un ojo, impresiono, se oculta,
y vuelve a su lecho mortuorio.
Espíritus desfilan entre sombras y tinieblas.
Resuellos me llegan y temores contengo.
No hay martirio que anide en firmamento,
y destruya la luz del tiempo, del sosiego,
y de la vida, entiendo.
Agustín Conchilla