A ROSARIO SALINAS.
Nacida para chico y convertida luego en mujer
por una maga de Callosa que la quiso convencer
de que nacemos siervos de un cuerpo,
cautivos de un alma que hemos de merecer
por esta vida con esperanzas
de cárceles siempre por romper.
Mi cuerpo me dejará mañana
sin que nadie, ni un amigo
pueda evitar mi marcha; pero
amiga Rosario desde que te conozco,
fuego de mujer de espadas tomar
el filo de mi ciega alma ya no puede caminar,
que pide cantar al alba, al sol y a tus ojos
con pestañas nuevas y sin escarcha.
La noche nunca se queja cuando tú,
sacerdotisa de la poesía alicantina, estás
mil tardes alegre en tu ámbito cultural,
sonoras horas de poemas y de cantos
a estos mortales embobados en oírte recitar.
Mi cuerpo me dejará maña, pero
tu sonrisa y tu alegría me la llevaré
rosa y blanca, porque eres Rosario Salinas
sal del alba, sal de las sonrisas
mil rayos inagotables, vences cada día
luz que brilla en Miguel Hernández, que nos mira
desde el otro lado del mar y de la vida.
Esquilas acarician las manos blancas,
de folios abiertos y de algunos amigos
que a tu casa y a tus poemas en libertad
venimos a oír el pastoreo de tus críticas,
con sinceridad, educación y respeto
que son como tú Rosario, hermana y amiga,
joyas espirituales de la poesía.
RAMON FERNANDEZ PALMERAL, 17 DE JUNIO 2005