De la autocompasión y otros deliros
Jamás digas a los otros que estás jodido.
Tengo una pierna y media.
Soy como una mesa con tres patas.
Mis amigos (pocos) lo saben.
Yo no amo a Alicante, la adora.
Las fuentes se van agotando.
Las sangres se van secando
La herida se va cerrando.
Los años se van acumulando.
Media tarde en la plaza de la viña.
El cardiólogo espera con el estetoscopio y
el cirujano con el bisturí eléctrico.
Esto jodido, es la verdad pero no se lo dié a nadie.
La poesía de mis piernas son dos muletas.
España recibe dosis de alta traición por el costado.
La Patria se fue de vacaciones a tomar viento.
La rosa celestial se abre para acoger
a este hombre encerrado entre arboles
que serán parrales de mi camas.
La alta traición es rebelión para los jueces escoceses.
Jamás digas a otros que estás jodido.
Cuandor grites de pones la almohada en la boca.
Tomate el último Nolotil y vete a tomar...
Se derrumban los días entre la fe y los valles.
El desierto se llenó de huesos y de agua fosil.
Un vaso de whisky no hace daño a nadie.
La hora encontró todo el tiempo abierto.
El traidor busca las rejas de las prisiones con ansiedad.
A lo mejor yo también soy traidor a mí mismo y lo desconozco.
Jamás digas a otro que estás jodido
puesto que es signo de autocompasión,
mañana se abre el último capítulo del libro
y el niño que fui se echará a llorar.
Ramón Palmeral
05-07-2018