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"Para los que brillan con el beso eléctrico" de Mariano Sánchez Soler, ECU, en librería Pynchon&Co

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Para los que brillan con el beso eléctrico

9,50
A través de la fuerza, la sonoridad de las palabras, las metáforas y los símbolos, Mariano Sánchez Soler nos adentra en la ciudad como territorio de combate. Sin renunciar a la métrica y la rima, las prisas, el ruido e incluso la violencia se ensamblan para hacernos tomar conciencia de la fragilidad del ser humano.
Su poesía, el rock y las fotografías de Antonio Tiedra definen la banda sonora de su vida. Citas de Lou Reed, Van Morrison, Roger Waters, Pau Riba, Robe… y, por supuesto, Bob Dylan, se unen para dar relieve al inconformismo y al espíritu revolucionario que siempre acompañan sus palabras.
Para los que brillan con el beso eléctrico es un poemario incandescente que nos invade de metal, fuego y ceniza; que abre un diálogo de imágenes y soledad en llamas, de temblor, de voces, de abismos y asfalto rojo.
ESTHER ABELLÁN

Presentado el 7 de noviembre de 2019 en la librería Pynchon&Co 


José Antonio López Vizcaíno, Mariano Sánchez Soler y Esther Abellán

                                             En el público Ramón Pameral
            El publico llenó todos lo asientos y hubo personas de pie. Un éxito total
José Luis Rico, recitó poemas

Presentación y crónica de “el beso eléctrico”, de Mariano Sánchez Soler
El poemario “Para los que brillan con el beso eléctrico”, ECU, 2019, del poeta Mariano (perdón por la cacofonía) Sánchez Soler, escritor, poeta y sobre todo periodistas antifranquista, que yo llevaba entre el calor acogedor de mis muslos lacerados

Ramón Palmeral

 A las 19.45 hora local de Alicante en el monasterio del libro (librería Pynchon&Co) de la calle Segura 22,  se dio inicio a la esperada presentación del poemario Para los que brillan en el beso eléctrico de Marino Sánchez Soler, por José Antonio López Vizcaíno, gestor de la Editorial ECU, que hizo una extensa presentación del currículum del autor, luego tomó la palabra  Esther Abellán que hizo un brillante análisis del libro y que, además, es la prologuista del mismo, por último tomó la palabra Mariano que expuso con toda sinceridad que los poemas no iban destinados a ser publicados, pero su editor le echó valor y se los publicó. Luego hubo un recital de poemas libro por parte de poetas amigos como José Luis Rico (y otros), que lo hicieron muy bien en una sala cúbica con reverberación de dorada piedra vista como los monasterios románicos del camino de Santiago. Mariano puede estar contento por el calor que recibió de amigos y del público cubrió todos los asientos disponibles y la zona de los pasos perdidos, o pasillos, porque los hubo hasta la bandera según l argot taurino. Alba Ruiz, de ECU, hizo un amplio reportaje fotográfico para dar testimonio.
El redactor de estas improntas de notas, compró el libro a las 19 horas en el monasterio del libro de Pynchon&;Co, siempre llega media hora antes a las presentaciones para tomar asiento en la tierra, al módico precio de 9 €, porque el  libro pequeño de grosor pero matón, está encerrado en 81 páginas, índice como IVA aparte, con fotografías de Antonio Tiedra, en blanco y negro, de músicos de viejos roqueros.  La edición de ECU, es de una alta calidad de 21 X 30 cm., con la portada adornada por una foto de los pies de un guitarrista en deportivas, y entre su arcada de los pies un bote de aluminio de una bebida. Lo que da a entender por el charco de la tarima del escenario que es un roquero de los que sudan.
 Así de pronto por asociación de ideas, se me viene a las neuronas que el "beso eléctrico" más que el beso de una amante es el beso del sonido una guitarra eléctrica, porque la música de aquellos roqueros era como un beso eléctrico en los oídos, que nos ponían los tímpanos como un bombo. El ruido de los conciertos era guay y vibraban en los guateques con un vaso triste de un cubata imbebible.
Con el libro en una bolsa de papel como las de embolsar uvas del Vinalopó, vi en la barra del bar del monasterio a Mariano, a Esther Abellán y a José Luis Rico. Me dirigí a ellos y, después de los saludos, le pedí a Mariano que me firmara el libro, tras departir algunos comentarios. Lo que me puso en la dedicatoria es ya asunto privado, entre nosotros, porque nos conocemos hace algunos años. Luego saludé a Juan A. Urbano, me senté junto a la poeta vallisoletana Pilar Galán, también saludé al hernandiano José Luis Ferris, y a la poeta Carmina Seva Aklemay. En seguida se apararon las farolas como en el poema lorquiano de “La casada infiel” y empezó la función, o feria ambulante de los libros como debe ser.
Pero hablando del poemario Para los que brillan con el beso eléctrico, ECU, 2019, del poeta Mariano (perdón por la cacofonía), escritor, poeta y sobre todo periodistas antifranquista, que yo llevaba entre el calor acogedor de mis muslos lacerados. En el autobús de vuelta a casa lo saqué otra vez de su embolsamiento blanco de bolsa de uvas, donde habían metido el libro como un gran racimo, llamadas de Navidad, y antiguamente de embarque. Lo saqué con sigilo bajo la extraña mirada de algunos viajeros, y luego, ellos, siguieron atentos como búhos a sus Smartphone. En el trayecto de 20 minutos del bus metropolitano del número 3, a la Florida-Babel, me leí de un tirón el prólogo de Esther Abellán, que se nota que es amiga del poeta del que escribe «Mariano nos adentra en la ciudad como territorio de combate», porque el autor es en realidad un poeta de compromiso social, y,  más cosas que eso lo debe descubrir el lector que compre el libro en el monasterio o en otra librería.

¿Qué se va a encontrar el lector?
Se va a encontrar un prólogo de 8 páginas donde con inteligente mesura nos cuenta el currículum de gran escritor y poeta que es Mariano Sánchez Soler (Alicante 1954), un obrero de sangre roja y atea, metido a periodista y profesor universitario. En el libro sobreviven 29 poemas como pueden. Citas de referencias musicales, muy de agradecer, y 11 fotografías artísticas de Antonio Tiedra. Pero sobre todo va encontrar recuerdos y emociones de un pasado cercano y que es nuestro.
He de confesar que todavía no me he leído (a conciencia) todos los poemas por falta de tiempo a esta hora de la mañana, pero ya caerá como caen las manzanas de Jorge, no de Newton, porque Jorge es mi tendero de marcadillo que es quien me las vende. Así de pronto, aparece un poema narrativo  titulado "Tren nocturno" romanizados en X partes, que destaco, sobre esos viajes de la voz poética (alter ego del autor) desde Alicante a Madrid en tren nocturno, eras joyas de trenes camas que, tanto juego dieron  a la  literatura azoriniana de otros tiempos sobre los caminos de hierros.
Los primero poemas, son a mí parecer hijos de la poesía automáticas surrealista pero entendible en los sentidos. Es que en realidad como decía el gran poeta checo Rainer Maria Rilke, «la poesía no se escribe para ser entendida sino para ser sentida», y es  lo que me está ocurriendo al leer estos besos eléctricos, que uno percibe, con esa sensación de los años setenta con los ambientes de la célebre Movida, y de la apertura a los sentidos del destape y a la música roquera.
En fin, os dejo, querido lector, porque me tengo que poner a pintar unos cuadros surrealistas para vivir. Pero que  sí, que os recomiendo la lectura electrizante, que no electrificada como una alambrada, de este poemario «sanchezsoleriano« que acaba de nacer con sorpresa y que hará ruido.

Ramón Palmera
La Florida-Babel 08-11-2019



Presentación y crónica de “el beso eléctrico”, de Mariano Sánchez Soler, crónica de Ramón Palmeral en Diario de Alicante

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Presentación y crónica de “el beso eléctrico”, de Mariano Sánchez Soler

El poemario “Para los que brillan con el beso eléctrico”, ECU, 2019, del poeta Mariano (perdón por la cacofonía) Sánchez Soler, escritor, poeta y sobre todo periodistas antifranquista, que yo llevaba entre el calor acogedor de mis muslos lacerados.


A las 19.45 hora local de Alicante en el monasterio del libro (librería Pynchon&Co) de la calle Segura 22, se dio inicio a la esperada presentación del poemario Para los que brillan en el beso eléctrico de Marino Sánchez Soler, por José Antonio López Vizcaíno, gestor de la Editorial ECU, que hizo una extensa presentación del currículum del autor, luego tomó la palabra Esther Abellán que hizo un brillante análisis del libro y que, además, es la prologuista del mismo, por último tomó la palabra Mariano que expuso con toda sinceridad que los poemas no iban destinados a ser publicados, pero su editor le echó valor y se los publicó. Luego hubo un recital de poemas libro por parte de poetas amigos como José Luis Rico (y otros), que lo hicieron muy bien en una sala cúbica con reverberación de dorada piedra vista como los monasterios románicos del camino de Santiago. Mariano puede estar contento por el calor que recibió de amigos y del público cubrió todos los asientos disponibles y la zona de los pasos perdidos, o pasillos, porque los hubo hasta la bandera según el argot taurino. Alba Ruiz, de ECU, hizo un amplio reportaje fotográfico para dar testimonio.
El redactor de estas improntas de notas, compró el libro a las 19 horas en el monasterio del libro de Pynchon&Co, siempre llega media hora antes a las presentaciones para tomar asiento en la tierra, al módico precio de 9 €, porque el libro pequeño de grosor pero matón, está encerrado en 81 páginas, índice como IVA aparte, con fotografías de Antonio Tiedra, en blanco y negro, de músicos de viejos roqueros.  La edición de ECU, es de una alta calidad de 21 X 30 cm., con la portada adornada por una foto de los pies de un guitarrista en deportivas, y entre su arcada de los pies un bote de aluminio de una bebida. Lo que da a entender por el charco de la tarima del escenario que es un roquero de los que sudan.
Así de pronto por asociación de ideas, se me viene a las neuronas que el “beso eléctrico” más que el beso de una amante es el beso del sonido una guitarra eléctrica, porque la música de aquellos roqueros era como un beso eléctrico en los oídos, que nos ponían los tímpanos como un bombo. El ruido de los conciertos era guay y vibraban en los guateques con un vaso triste de un cubata imbebible.
Con el libro en una bolsa de papel como las de embolsar uvas del Vinalopó, vi en la barra del bar del monasterio a Mariano, a Esther Abellán y a José Luis Rico. Me dirigí a ellos y, después de los saludos, le pedí a Mariano que me firmara el libro, tras departir algunos comentarios. Lo que me puso en la dedicatoria es ya asunto privado, entre nosotros, porque nos conocemos hace algunos años. Luego saludé a Juan A. Urbano, me senté junto a la poeta vallisoletana Pilar Galán, también saludé al hernandiano José Luis Ferris. En seguida se apararon las farolas como en el poema lorquiano de “La casada infiel” y empezó la función, o feria ambulante de los libros como debe ser.
Pero hablando del poemario Para los que brillan con el beso eléctrico, ECU, 2019, del poeta Mariano (perdón por la cacofonía), escritor, poeta y sobre todo periodistas antifranquista, que yo llevaba entre el calor acogedor de mis muslos lacerados. En el autobús de vuelta a casa lo saqué otra vez de su embolsamiento blanco de bolsa de uvas, donde habían metido el libro como un gran racimo, llamadas de Navidad, y antiguamente de embarque. Lo saqué con sigilo bajo la extraña mirada de algunos viajeros, y luego, ellos, siguieron atentos como búhos a sus Smartphone. En el trayecto de 20 minutos del bus metropolitano del número 3, a la Florida-Babel, me leí de un tirón el prólogo de Esther Abellán, que se nota que es amiga del poeta del que escribe «Mariano nos adentra en la ciudad como territorio de combate», porque el autor es en realidad un poeta de compromiso social, y, más cosas que eso lo debe descubrir el lector que compre el libro en el monasterio o en otra librería.

¿Qué se va a encontrar el lector?
Se va a encontrar un prólogo de 8 páginas donde con inteligente mesura nos cuenta el currículum de gran escritor y poeta que es Mariano Sánchez Soler (Alicante 1954), un obrero de sangre roja y atea, metido a periodista y profesor universitario. En el libro sobreviven 29 poemas como pueden. Citas de referencias musicales, muy de agradecer, y 11 fotografías artísticas de Antonio Tiedra. Pero sobre todo va encontrar recuerdos y emociones de un pasado cercano y que es nuestro.
He de confesar que todavía no me he leído (a conciencia) todos los poemas por falta de tiempo a esta hora de la mañana, pero ya caerá como caen las manzanas de Jorge, no de Newton, porque Jorge es mi tendero de marcadillo que es quien me las vende. Así de pronto, aparece un poema narrativo  titulado “Tren nocturno” romanizados en X partes, que destaco, sobre esos viajes de la voz poética (alter ego del autor) desde Alicante a Madrid en tren nocturno, eras joyas de trenes camas que, tanto juego dieron a la literatura azoriniana de otros tiempos sobre los caminos de hierros.
Los primero poemas, son a mí parecer hijos de la poesía automáticas surrealista pero entendible en los sentidos. Es que en realidad como decía el gran poeta checo Rainer Maria Rilke, «la poesía no se escribe para ser entendida sino para ser sentida», y es lo que me está ocurriendo al leer estos besos eléctricos, que uno percibe, con esa sensación de los años setenta con los ambientes de la célebre Movida, y de la apertura a los sentidos del destape y a la música roquera.
En fin, os dejo, querido lector, porque me tengo que poner a pintar unos cuadros surrealistas para vivir. Pero que sí, que os recomiendo la lectura electrizante, que no electrificada como una alambrada, de este poemario «sanchezsoleriano« que acaba de nacer con sorpresa y que hará ruido.

Ramón Palmeral
Escritor, poeta y pintor
Alicante, 8 de noviembre de 2019

Mariano Sánchez Soler y Esther Abellán Rodes presentan sus nuevos poemarios

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NOVEDADES DE LA EDITORIAL FRUTOS DEL TIEMPO, EN SU COLECCIÓN LUNARA PLAQUETTE, EN 80 MUNDOS  

Mariano Sánchez Soler y Esther Abellán Rodes presentan sus nuevos poemarios

8/01/2019 - 
ALICANTE. La poesía es el género literario con más practicantes, muchos más que lectores, tal vez, pero también es el generador de una actividad cultural que sobrepasa los límites establecidos por la lectura silenciosa. Así, la poesía es el género literario más escuchado de todos, por delante incluso del teatro y sus lecturas dramatizadas.
Cada presentación de un libro de poesía se convierte en una performance de la palabra, en una comunión entre creadores, rapsodas y lectores/oyentes que lleva el hecho poético más allá del contexto de premios y círculos concéntricos que constituyen el ecosistema editorial de la lírica ahora mismo: raro es ver un volumen de poemas que no anuncie en su cubierta haber sido galardonado por tal o cual premio dedicado a la memoria de vates pretéritos.
En este caso serán dos los cuadernos de poemas que se encuentren con los lectores/oyentes el día 10 de enero, en la Librería 80 Mundos alicantina, dos poemarios antitéticos en su origen, versos de la pérdida uno, versos del encuentro el otro, a cargo de Mariano Sánchez Soler y Esther Abellán Rodes, respectivamente, pero que extrañamente se complementan en un diálogo del acompañamiento. Publicados por la ilicitana Frutos del Tiempo, dirigida por Javier Cebrián, llegan como los números 5 y 6 de su colección Lunara Plaquette-Cuadernos de poesía.
4º sin ascensor, de Esther Abellán, número 5 de la colección, exuda sensualidad y vitalismo, en un verso libre con escasa presencia de estrofas, como un torrente verbal de sensaciones cotidianas, mundanas, el vuelo de dos estorninos que caen en picado al unísono sobre las calles de una ciudad, generando un mapa privado de encuentros y paseos, de lugares y rincones:
El vértigo jugó con nosotros
y ahora, somos dos adictos
a la caída libre.
21 poemas que son 21 estampas en apuntes al natural que muestran el relieve todavía inconcluso de una fascinación, el juego de los amantes que deambulan todavía sin un horizonte fijado, que se aproximan en la penumbra y se reconocen.
La autora, nacida en Villena en 1971, formada en la Universidad de Alicante, es socia fundadora de la Asociación de Arte Multidisciplinar Mistium, con sede en València, y también fundadora del El Mundo de Calíope, asociación cultural dedicada al teatro, recitales de poesía, performances y talleres para el público infantil y adulto, así como co-directora y presentadora del programa radiofónico de poesía Conectados en la noche, de Radio Aspe.
Lágrimas de sombra, del periodista y novelista alicantino Mariano Sánchez Soler, y número 6 de la colección, reproduce las etapas del duelo en 14 poemas en los que domina el heptasílabo, combinado con el verso largo y libre, salvo en un breve y súbito poema como el aliento que se toma al emerger de las aguas en las que se ha estado sumergido, de título DE REPENTE:
Tras derramar
todas las lágrimas,
sin esperar,
de golpe, 
inesperadamente, 
se abre paso
 la vida.
Las dedicatorias que preceden a la primera etapa de las tres en que está estructurado este poemario, dejan poca duda del golpe vital que origina estos versos: Para Ana Paula, desde las lágrimas. In memoriam. / A Marina y Júlia, siempre. La pérdida de la mujer amada que me salva, el reconocimiento en la sonrisa de mis hijas emocionadas, pueblan un territorio íntimo que tras el dolor, se reencuentra en la memoria de los momentos compartidos, de la banda sonora irrenunciable de una vida:
Yo no descarto nada, solo tiemblo.
Cada día me digo al levantarme
que si lo intento puedo ser feliz,
sentir ese latido, avanzar en los besos,
y querer con locura, desbocado,
como en una canción de los Doors.
Sánchez Soler, nacido en Alicante en 1954, licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense y Doctor en Historia por la Universidad de Alicante, ha ejercido el periodismo durante tres décadas, con una especial dedicación al estudio de la transición española y el franquismo, siendo uno de los mayores expertos en los entresijos y cloacas de ambos períodos, al tiempo que desarrollaba una intensa labor literaria, con más de treinta libros publicados, por los que ha recibido premios de la talla del Rodolfo Walsh de Literatura de No Ficción, el Francisco García Pavón de Narrativa, el L’H Confidencial de Novela Negra, el Premio de la Crítica Valenciana de ensayo o el Bruma Negra en 2017 por el conjunto de su obra. Sus cursos de creación literaria, novela negra y guión cinematográfico se encuentran entre los más demandados en la ciudad, recibiendo participantes de todas las latitudes.
 

El escritor villenense Pedro Villar Sánchez presenta su nuevo libro “Los espejos del agua”

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El escritor villenense Pedro Villar Sánchez presenta su nuevo libro “Los espejos del agua”


Actualitat

Será en la Biblioteca Pública Miguel Hernández de nuestra ciudad el jueves 24 de octubre a las 20:30 horas.


Los espejos del agua es el nuevo libro de poesía que publica Pedro Villar Sánchez en la prestigiosa editorial Olé Libros, con el mar como fondo donde el poeta se reconoce en un espejo de miradas y nos acerca a las sensaciones que evoca el agua como símbolo de la emoción y la memoria. La portada es de la poeta y pintora Alexandra Domínguez y las imágenes interiores de Rosa María Marcillas y del propio autor.

La presentación se realizará en la Biblioteca Pública Municipal Miguel Hernández (Plaza de Santiago) coincidiendo con el Día Internacional de las Bibliotecas y contará como presentadora de excepción con Esther Abellán (poeta y actriz) y en la lectura de los versos será la también villenense Begoña Rodríguez (Directora del programa Conectados en la noche de Radio Aspe), quien pondrá su voz a los versos de Pedro Villar, acompañados a la guitarra por Pepe Cabanes y a la viola, Francisco Serra. Dos músicos y compositores excepcionales que han colaborado con Pedro Villar poniendo la música y la voz a sus textos en diversas ocasiones: Pepe Cabanes con El Orejón de Villena, El romance del mozo y el caballero, Florencio y el mendigo, etc. y Francisco Serra componiendo la música para orquesta a partir del libro Miguel Hernández en 48 estampas, que fue estrenada en Elche por la Joven Orquesta de la Universidad Miguel Hernández de dicha ciudad y dirigida por el maestro Francisco Serra.

Pedro Villar Sánchez, siempre vinculado al ámbito poético en nuestra ciudad, dirigió la revista de poesía Aljibe desde sus inicios en 1982 hasta el último número en 1986. Ha colaborado en programas de radio y recitales, y publicado reseñas de libros y artículos en revistas especializadas como Educación y Biblioteca o Zurgai. Participó como jurado en el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños en Ciudad de Méjico en 2008 y como autor invitado en el Encuentro Internacional de Escritores en la Región de los Ríos, Méjico 2016. Sus libros han sido publicados en España, Colombia, China, Estados Unidos, Méjico y Canadá. Este libro de poesía para adultos se une a sus publicaciones entre las que destacan en poesía: Desde la luz y la sombra, Universidad Popular (1991), Luz en el laberinto, Aguaclara (1995), Alimentando Lluvias, Diputación Provincial de Alicante (1997), El bosque de mi abecedario, Diálogo (2003), Los animales de la lluvia, Diálogo (2008), Tres veces tres la mar, El Naranjo, Méjico (2012), Miguel Hernández en 48 estampas, Amigos de Papel (2013), Doña nube y Don nubarrón, Enlace Editorial, Colombia (2016) y próximamente Las ranas saben cantar en Libre Albedrío. En cuento y narrativa destacan: Cuéntame, Fineo (2010), El pastor de nubes, Kalandraka (2012), Los sueños de Gaudí, Diálogo (2016) y Un doctor en medicina natural, Verbum (2018). Alguno de sus títulos han sido traducidos al inglés, catalán y chino.

"No dejemos de hablar", de Ada Soriano, presenta José Luis Zerón, en Libreria Codx

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Viernes 15 de noviembre a las 19.30 h, presentación de entrevistas a 19 poetas, presentado por Jos Luis Zerón con intervención de la autora Ada Soriano y el editor Juan José Martín Ramps, en librería Codex, de Orihuela

Whitman en Rubén Darío, y en Garcia Lorca

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Walt Whitman (soneto de Rubén Darío)



Rubén Darío (1867-1916), poeta nicaragüense,es considerado el padre del modernismo, dicho movimiento poético, se caracteriza por su ansia de salir de la realidad y del entorno cotidiano. Hay, por ello, incursiones a tiempos remotos con significado poético (como Grecia y Roma) y a rincones exóticos en un intento de huida a lugares más amables, más incitantes, de ahí la búsqueda de Oriente.

El lenguaje modernista podría definirse como lenguaje de los sentidos. En palabras de Octavio Paz:

"El modernismo se inició con una búsqueda del ritmo verbal y culminó en una visión del universo como ritmo"

"Azul" es la obra de un Rubén Darío jovencísimo, contaba con apenas veintiún años y sobre ella dijo el autor:

"Con todos sus defectos es de mis preferidas. Es una obra que contiene la flor de mi juventud, que exterioriza la íntima poesia de las primeras ilusiones y que está impreganada de amor al arte y de amor al amor"

Rescato un soneto dedicado a Withman (1819-1892) , el poeta norteamericano ejerció gran influencia en los modernistas (además de en Neruda, Borges, las películas de Chaplin como "Tiempos modernos" etc.) Cuando Darío escribe el poema siguiente, Withman ya tenía el aspecto físico de la foto (ésta es de 1887).

"En un país de hierro, vive el gran viejo,
bello como un patriarca, sereno y santo.
Tiene en la arruga olímpica de su entrecejo,
algo que impera y vence con noble encanto.

Su alma del infinito parece espejo;
son sus cansados hombros dignos del manto:
y con arpa labrada de un roble añejo,
como un profeta nuevo canta su encanto.

Sacerdote, que alienta soplo divino,
anuncia en el futuro tiempo mejor,
Dice el águila:"¡Vuela!","¡boga!" al marino,

y "¡trabaja!" al robusto trabajador.
¡Así va ese poeta por su camino
con su soberbio rostro de emperador!

........................
Federico Gracía Lorca, leyó a Whitman, y en Poeta en Nueva York 1940 le dedica "Oda a Whitman"

Gala de los premios Santa Isabel de Hungría en la Sede de la Universidad, 14-11-2019

Presentación de "Los cerezos en flor" en Albatera, 15 de nov. 2019

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En muy agradable compañía de poetas de Albatera representados por su Concejala de Cultura María del Carmen Ferrández, así como por el Grupo de Teatro de Espejo de Alicante, se presentó, el 15 de noviembre 2019 en el centro Social de Albatera el libro joya, o libro de arte, titulado: "Los cerezos en flor" ilustrado con dibujos japonees  de María Consuelo Giner Tormo (haiku y Senryu) y Ramón Palmeral (dibujos). Paco Burló ayudante imprescindible.

Crisantemos, domingo 17 de noviembre 2019

Obras Completa Volumen I y II, de Juan Drago, por José Antonio Sáez, poeta y crítico almeriensesO

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Cuadernos del Sur

 

OBRAS COMPLETAS

La mística del entorno

Huelva recupera la poesía y la narrativa de Juan Drago

 
Juan Drago. - CÓRDOBA
Juan Drago. - CÓRDOBA
‘Obra Completa.

Poesía y Prosa’. Autor: Juan Drago. Edita: Diputación y Universidad de Huelva. Huelva, 2018.
Pocos poetas actuales me han llegado y llagado tanto como Juan Drago. Pocos me han dejado tan tocado, herido y hundido como la delicadeza de su alma. El de Rociana del Condado, en Huelva, nacido en 1947 y fallecido en 2017, es, sin duda, el poeta de las marismas de Doñana, de los ánsares y los cérvidos, corzo él mismo, ángel de las dunas... Ah, la voz del Drago se escuchará cuando ya nadie hable de tantos nombres como ahora oscurecen u ocultan el suyo, que merece ser grabado a fuego y con letras de molde en las puertas del paraíso de las aves y los linces de orejas picudas. ¡Ay!, esta voz de Juan Drago, habitante de la isla del Saltés, que atraviesa directamente el alma y la deja sobrecogida en amor hacia todas las criaturas, hacia la hermosura del mundo y las constelaciones, pues en ella se mira también este poeta universal que bebe la leche de la Osa internado en la Vía Láctea, tras haber regresado, desde la mansedumbre, con los bueyes en las praderas de Gerión y Argantonio. No me ha sido dado entrever un alma que se transparente en tal grado como la del poeta en las alas de la mariposa o la libélula, que son puro aire, levedad suprema, intangibles y tan frágiles que apenas si son o no son en su textura. Esas alas son las del nadador que sueña con las playas de Mazagón y sus pinares, con esos pinares que surgen entre dunas como senos y extienden sus raíces bajo ellas, mástiles viriles alzándose bajo el sol para alivio de pájaros innumerables que huyen de la ardentía en el verano abrasador.
Se nos fue Juan Drago y nos dejó su espíritu navegable en sus libros: toda la belleza de su alma y de la costa onubense, su alado paraíso en páginas de perdurable amor forjado en el silencio, en el mucho escuchar y más amar las aguas, el aire, la luz, la vegetación, las criaturas todas que forjaron su contemplación asombrada del mundo, para adentrarse en un mundo impactado por la belleza sagrada de la creación, de la naturaleza privilegiada que lo circundaba en las orillas atlánticas de Huelva, dormida en su deslumbrante hermosura desoladora, enloquecedora, atravesada por una lanza de luz en su costado. Extenúa leer a Juan Drago: tanta es la belleza de sus versos y de sus poemas en prosa. El de Condados de Niebla y las Hojas de Zenobia, tan cercano a la colección Juan Ramón Jiménez, a la Fundación Odón Betanzos y a cuantas empresas literarias han emergido en Huelva durante varias décadas de estos dos últimos siglos, el XX y el XXI. Drago recoge la antorcha espiritual que nos legara el Juan Ramón Jiménez de Animal de fondo y el Dios deseante, deseado y, con él, la del nobel hindú Rabrindranath Tagore, la cual llega hasta la obra de José Ángel Valente.
Una poesía de la belleza del alma, en conjunción armoniosa con el entorno natural que circunda al poeta, atravesada por un rayo de «luz no usada», que diría el maestro Fray Luis de León, de encendidas imágenes personalísimas de extraordinaria plasticidad.
La Diputación Provincial y la Universidad de Huelva han publicado dos volúmenes con la poesía y la narrativa de Juan Drago, cumpliendo así con el deber que tienen las instituciones públicas de velar porque no caiga en el olvido la obra relevante de sus creadores. La edición, que está a cargo del escritor onubense, de Fuenteheridos, Manuel Moya, integra un ensayo del profesor peruano Julio Mendíbil. Dos gruesos volúmenes que hay que leer despacio, paladeándolos, como el buen vino, intentando digerir el torrente de belleza que nos conmueve, cautiva y emociona. A través de estos dos volúmenes podemos observar la evolución y el hilo conductor de una obra singularmente valiosa como es la de Juan Drago, que partiendo de la descripción poética y luminosa de un entorno paradisíaco: el de Doñana, sus marismas y paisajes dunares, con su fauna y su flora; avanza por el simbolismo hasta dar con un espiritualismo de corte místico. Sin duda alguna, la obra de Juan Drago indaga y profundiza en la condición humana para ofrecernos sorprendentes hallazgos. Un poeta a descubrir y por descubrir.

26 de noviembre Tertulia Poética en el Real Casino de Madrid con la poeta Pilar Galán

Los amores homosexuales de García Lorca en Vermont con el escritor Philips Cumming. "Poeta en Nueva York"

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 Lorca y Philip en Vermont 1929


IV

Poemas del lago Eden Mills



A Eduardo Ugarte (4)




 

Nuestro ganado pace, el viento espira.

Garcilaso (5)               



[17].-Poema doble del lago Eden


Era mi voz antigua
ignorante de los densos jugos amargos.
La adivino lamiendo mis pies
bajo los frágiles helechos mojados.

¡Ay voz antigua de mi amor,
ay voz de mi verdad,
ay voz de mi abierto costado,
cuando todas las rosas manaban de mi lengua
y el césped no conocía la impasible dentadura del caballo!

Estás aquí bebiendo mi sangre,
bebiendo mi humor de niño pesado,
mientras mis ojos se quiebran en el viento
con el aluminio y las voces de los borrachos.

Déjame pasar la puerta
donde Eva come hormigas
y Adán fecunda peces deslumbrados.
Déjame pasar hombrecillos de los cuernos
al bosque de los desperezos
y los alegrísimos saltos.



 Yo sé el uso más secreto
que tiene un viejo alfiler oxidado
y sé del horror de unos ojos despiertos
sobre la superficie concreta del plato.

Pero no quiero mundo ni sueño, voz divina,
quiero mi libertad, mi amor humano
en el rincón más oscuro de la brisa que nadie quiera.
¡Mi amor humano!

Esos perros marinos se persiguen
y el viento acecha troncos descuidados.
¡Oh voz antigua, quema con tu lengua
esta voz de hojalata y de talco!

Quiero llorar porque me da la gana
como lloran los niños del último banco,
porque yo no soy un hombre, ni un poeta, ni una hoja,
pero sí un pulso herido que sonda las cosas del otro lado.

Quiero llorar diciendo mi nombre,
rosa, niño y abeto a la orilla de este lago,
para decir mi verdad de hombre de sangre
matando en mí la burla y la sugestión del vocablo.

No, no, yo no pregunto, yo deseo,
voz mía libertada que me lames las manos.
En el laberinto de biombos es mi desnudo el que recibe
la luna de castigo y el reloj encenizado.



Así hablaba yo.
Así hablaba yo cuando Saturno detuvo los trenes
y la bruma y el Sueño y la Muerte me estaban buscando.
Me estaban buscando
allí donde mugen las vacas que tienen patitas de paje
y allí donde flota mi cuerpo entre los equilibrios contrarios.

.....................NOTAS
El texto se puede encontrar en mi libro: "Federico García Lorca el de Poeta en Nueva York", publicado en Amazon 2019, 90 años despues del viaje a Nueva York. Ensayo de Ramón Fermández. Palmeral.

Federico García Lorca en Cuba

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Lorca: Viajero por América

Federico García Lorca en Cuba:
Vivencias personales y literarias. Su huella

Por Carmen Alemany Bay. Universidad de Alicante
Imagínense a un viajero que llega a La Habana, pero no un viajero habitual que desde siempre ha buscado en aquellas tierras su clima, su tabaco y sus mujeres, sino a un enamorado de la obra del poeta español Federico García Lorca. Aquella isla, con forma de caimán, le ofrecerá al viajero, además de sus productos y consignas habituales, una serie de recorridos en los que permanentemente la figura de Lorca aparece y reaparece. Sin duda, La Habana, la ciudad en la que más tiempo permaneció en su estancia cubana, no escatima, después de más de cincuenta años de Revolución, recuerdos del poeta; pero también otras ciudades, sobre todo Santiago, Pinar del Río, el valle de Viñales, Cienfuegos o Varadero, fueron visitadas por nuestro autor, quien llegó a decir que en Cuba «pasé los mejores días de mi vida» o en frases que podemos entresacar de cartas a sus padres: «Esta isla es un paraíso. Cuba. Si me pierdo, que me busquen en Andalucía o en Cuba» o «No olvidéis que en América ser poeta es algo más que ser príncipe».
El viajero lorquiano deberá comenzar su andadura por el barrio de El Vedado, en cuya calle 23, entre I y J, se encontrará con una hermosa estatua del Quijote, precedida por una placa en la que reza lo siguiente: «Porque somos de España en Lorca, en Machado, en Miguel. Porque España es la última mirada del Sol del pueblo nuestro. Porque no hemos nunca medido el tamaño de los molinos de viento y sentimos bajo nuestros talones el costillar de Rocinante. La Habana. Cuba». El viajero deberá dirigirse a continuación a la calle Calzada entre 14 y 16 con salida por la calle de la Línea, frente al mar, al lado mismo del final del Malecón: es allí donde encontrará la casa de los Loynaz, lugar donde García Lorca pasó casi todas las tardes de su estancia habanera entre canciones y charlas sobre literatura. Muy cerca de aquí está el Centro de Estudios Martianos donde puede que aún se conserve un cartel anunciando un homenaje a Federico García Lorca («En un coche de aguas negras: encuentro del poeta y la ciudad»). De aquí, como hacía Lorca con los Loynaz, deberá visitar La Habana Vieja y sentarse en el Templete, en el Bengochea o en el Floridita, lugar este que Hemingway inmortalizó por sus daiquiris, pero si de ser lorquianos se trata deberá tomarse un whisky con soda. De La Habana Vieja emprenderá su camino hacia el Gran Teatro de La Habana o también denominado por la mayoría como Teatro García Lorca porque una de sus salas, la principal, lleva su nombre desde 1962. Al lado de este antiguo y bellísimo Centro gallego, convertido en teatro, está el Hotel Inglaterra, en cuyo comedor, situado frente a un parque en el que se divisa una hermosa estatua de José Martí, los intelectuales habaneros ofrecieron una comida de despedida al que consideraban uno de los mejores escritores españoles del momento. El ansioso viajero no podrá, desgraciadamente, conocer el Teatro Principal de la Comedia, donde Lorca dictó sus conferencias, pero sí el hotel La Unión, donde se alojó durante casi tres meses en pleno corazón de La Habana colonial, entre las calles Cuba y Amargura. También el Hotel Detroit, en la calle Águila, frente a la playa del Vapor, entre Reina y Dragones, último hotel en el que residió el poeta granadino antes de embarcar hacia España. Las afueras de La Habana —Guanabacoa, Regla, Guanajay o Santa María del Rosario—, también fueron visitadas por Federico; pero su lugar preferido eran las playas de Marianao, pues, como recordaba Nicolás Guillén, «le gustaba irse en las noches a las “fritas”, a los cafetines de Marianao, donde ya está el Chori, y allí se hizo amigo de treseros y bongoseros»; experiencia esta, la de la playa de Marianao, que será decisiva, como ya veremos, en su interpretación del duende.
Seguramente, y a pesar de haber pasado más de ochenta años, la impresión del viajero sobre La Habana será la misma que tuvo García Lorca cuando llegó allí procedente de Nueva York. Así lo contó Lorca en su conferencia sobre Poeta en Nueva York en el 1933:
Pero el barco se aleja y comienzan a llegar, palma y canela, los perfumes de la América con raíces, la América de Dios, la América española.
¿Pero qué es esto? ¿Otra vez España? ¿Otra vez la Andalucía mundial?
Es el amarillo de Cádiz con un grado más, el rosa de Sevilla tirando a carmín y el verde de Granada con una leve fosforescencia de pez.
De La Habana, el viajero deberá emprender camino a otras ciudades cubanas reseñadas con anterioridad.
Esta guía lorquiana, que no ofrece ninguna agencia de viajes, nos puede servir, o al menos ese ha sido mi propósito, para conocer los lugares frecuentados por García Lorca en la isla y entender porqué el poeta retrasó su vuelta a España y porqué su estancia en la isla fue tan positiva en relaciones e incluso en producción literaria.
Su llegada a La Habana fue un 7 de marzo de 1930 y se prolongó hasta el 12 de junio del mismo año. Su misión era la de dictar unas conferencias invitado por la Sociedad Hispanocubana de Cultura, presidida en aquel tiempo por Fernando Ortiz, uno de los intelectuales más prestigiosos de la isla y principal conocedor de la influencia africana en la misma. A él le dedicará Lorca el único poema donde hay referencias explícitas a Cuba, e implícitamente a su música, el «Son de negros en Cuba». Su amistad con Fernando Ortiz creo que debió de ser muy decisiva para entender la cultura negra cubana y diferenciarla de la norteamericana; y lo más importante, identificarla con la suya: «Y salen los negros —nos sigue diciendo en su conferencia sobre Poeta en Nueva York— con sus ritmos que yo descubro típicos del gran pueblo andaluz, negritos sin drama (para diferenciarlos de los negros norteamericanos) que ponen los ojos en blanco y dicen: “Nosotros somos latinos”». Junto a Fernando Ortiz, debemos recordar a Juan Marinello, fundador de la Revista de Avance y uno de los escritores cubanos que más relación tendrá con el poeta español y quien resaltará que «el nuevo modo, genialmente arbitrario a veces de Federico, levantó en la Cuba de los años 30 el ceño adusto de escritores maduros, presos sin remedio de las maneras transitadas». José María Chacón, activo americanizador de la cultura española, por su parte, acompañará a Lorca a Caibarién y lo presentará a los poetas e intelectuales del lugar. El escritor guatemalteco Luis Cardoza y Aragón, que en esos momentos estaba en Cuba, también se dejará llevar por la magia lorquiana y lo calificará como «una leyenda». El poeta mulato Nicolás Guillén será otro de los escritores cubanos que más impactados quedarán por la figura de Lorca; y estando este en La Habana se publicaron los Motivos de son en la sección «Ideales de una raza» del Diario de la Marina el 20 de abril de 1930: obra cargada de osadía y novedad donde Nicolás Guillén trata de amulatar con humor el romance español en un intento de fusionar música y literatura. Sin duda, por su amistad con Guillén, Lorca leería aquellos «minidramas barrocos» que trataban de acercarse a la cultura y a las costumbres afrocubanas; sin duda, un modo de acercamiento similar al de Lorca con la cultura gitana. Otros escritores como Alejo Carpentier, Jorge Mañach, Eugenio Florit o Emilio Ballagas, pertenecientes con Marinello y Guillén al grupo de la revista Avance, acogerán también con entusiasmo al poeta. A estos nombres se unen el de los pintores Gabriel García Maroto, Carlos Enríquez y Mariano Miguel, el maestro Pedro San Juan —director de la orquesta filarmónica— o el crítico musical Adolfo Salazar.
Mucho más profunda fue su relación con el matrimonio español formado por María Muñoz y Antonio Quevedo, músicos que Lorca conoció por mediación de Manuel de Falla, Federico de Onís y Fernando de los Ríos y como fruto de esta amistad publicará su «Son» en la revista Musicalia dirigida por Quevedo. El «Son» aparece publicado junto a una foto de García Lorca, realizada por el fotógrafo cubano Rembrant, y unas frases muy elogiosas que rezan así: «Tres meses han durado los desposorios paganos de García Lorca con La Habana; poeta y urbe se han comprendido bien y se aman. ¡Qué nazca ahora el romance criollo!». Su relación con estos dos españoles cubanizados le llevó a conocer a numerosos escritores y músicos y «seguramente —como apunta César Leante— ellos lo familiarizan con la música cubana de resonancias africanas».
Sin embargo, desde un punto de vista literario, los hermanos Loynaz —Flor, Dulce María, Carlos y Manuel Enrique— serán sus principales interlocutores. Muchas tardes pasará García Lorca en compañía de estos músicos y poetas en «mi casa encantada», como le gustaba llamarla el poeta granadino. A raíz de esta gran amistad, a Flor le mandará el manuscrito de Yerma y a Carlos Manuel le regalará su pieza teatral El público, escrita en su tiempo habanero y finalizada en España en agosto del mismo año. A este respecto quiero sacar a colación una carta escrita por Dulce María y dirigida a su biógrafo, Aldo Martínez Malo, fechada en La Habana el 19 de junio de 1977, en la que la poeta cubana apunta:
La obra de Carlos Manuel sí se perdió totalmente; se perdió con un drama de García Lorca que este le había dedicado, El público, del que ahora se habla tanto, pero le aseguro que no valía la pena. Probablemente el que dicen haber aparecido en Nueva York es apócrifo.
Lo que nos hace pensar en la existencia de varios borradores, divergentes entre sí, de la citada obra teatral.
La relación de Lorca con los Loynaz se centró sobre todo en Flor y en Enrique; no tanto en Dulce María, que sí llegaría a ser conocida como poeta y ganadora del Premio Miguel de Cervantes en 1992: Dulce María Loynaz no coincidía en sus gustos poéticos con el poeta granadino; y en una carta a Aldo Martínez explica: «Lorca nunca escribió sobre mí. Los poetas no son aficionados a escribir sobre otros poetas y además no estimaba mucho mi poesía, sino la de Enrique»; Lorca dejó una huella profunda en su vida, no así en su poesía.
Las relaciones personales con intelectuales cubanos, como hemos visto, se fueron acrecentando en La Habana, por la resonancia del nombre de Lorca y sobre todo por el éxito de sus conferencias, como recogió El Diario de la Marina. Un total de cinco conferencias dictó Federico en la citada ciudad, todas ellas en el desaparecido Teatro Principal de la Comedia y únicamente para los socios de la Asociación Hispanoacubana de Cultura. Estas charlas, como veremos a continuación, ya fueron dictadas con anterioridad en otras ciudades y universidades: el 9 de marzo dio su primera conferencia, «La mecánica de la poesía», leída dos años antes en Granada con el título «Imaginación, inspiración y evasión»; el 12, «Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos. Un poeta gongorino del siglo xvii» (homenaje a Soto de Rojas); el 16 del mismo mes, «Canciones de cuna española»; el 19, «Imagen poética de Luis de Góngora» y el 6 de abril «La arquitectura del cante jondo».

La conferencia sobre Soto de Rojas fue, según el Diario de la Marina, «una obra maestra de erudición, de análisis y de emoción. Una demostración científica —si cabe la frase— de la “mecánica” y belleza animada del vanguardismo. Fue muy aplaudido». En la conferencia sobre las canciones de cuna participó la cantante de origen español María Tubau con el propio Lorca al piano; de la charla sobre Góngora, también anunciada en el mencionado periódico, se dijo que fue un «tema sugestivo e interesantísimo, muy del dominio del conferenciante». Al recibir en Nueva York la invitación a La Habana para dar algunas conferencias, el poeta envió una carta, fechada el mes de enero, a sus padres para que le remitiesen el manuscrito de su conferencia sobre Góngora, aunque el poeta matizaba: «Claro es que no la daré como está, pero me servirá de base para una que escribo». Según Christopher Maurer, Lorca sólo revisó el texto primitivo. La última charla, «La arquitectura del cante jondo», prevista para el 26 de marzo, se aplazó al día 6 de abril; y sobre esta diría a sus padres en una carta: «Mis conferencias se están desarrollando con un éxito muy grande para mí. Mañana doy la del cante jondo con ilustraciones de discos de gramófono», y más adelante añadirá: «Yo he escrito una nueva conferencia sobre este tema que creo que es muy sugestiva y muy polémica». Seguramente esta disertación sería una mezcla de lo ya pronunciado años antes sobre el cante jondo a lo que añadiría esbozos bastante completos sobre su teoría del duende. El poeta resumió en la charla todo su itinerario desde Granada hasta La Habana, incluyendo su escala en Nueva York. Sin duda, sus  visiones sobre lo gitano y lo negro se hermanarían más que nunca. El resultado, como ya anunciaba el poeta a sus padres, fue que «la prueba del éxito que he tenido es que voy a dar más conferencias de lo que pensé». Y Lorca se quedó más tiempo en Cuba, dos meses más de lo previsto.
Detengámonos en este punto. Como anotábamos en líneas anteriores, las conferencias que dictó en La Habana ya eran conocidas y estas respondían a afanes tanto didácticos como teóricos. Lo que pretendía Lorca con estas disertaciones era, según Chistopher Maurer, «reivindicar y difundir valores culturales que consideraba importantes y característicos del arte español»; dar expresión a sus ideas estéticas, ponderando la doble tradición de su obra: la culta y la popular; así como hablar de autores y obras de difícil alcance para el público. Con esta misma intención dictó algunas conferencias más en otras ciudades cubanas. En Santiago de Cuba repitió su charla sobre «La mecánica de la poesía», invitado también por el presidente de la Hispanocubana de Cultura en aquella ciudad, Max Henríquez Ureña. A Santiago viajó el 31 de mayo, y de la parte más oriental de la isla se dirigió, el 3 de junio, hacia Santa Clara para continuar camino hasta la ciudad de Cienfuegos, donde pronunció la misma conferencia que en Santiago. En Cienfuegos, el poeta granadino ya había dictado poco tiempo antes, el 7 de abril, su conferencia sobre Góngora por mediación de Francisco Campos Aravaca, cónsul de España en Cienfuegos y amigo personal.
Tiempos de conferencias para García Lorca, pero no incompatibles con «un asombroso entendimiento en lo cubano», como afirmó su amigo Marinello.

Sobre lo que Lorca escribió en Cuba

Aquellos tres meses de intensa actividad entre conferencias, visitas a otros lugares de la isla con los Quevedo, tardes en la casa de los Loynaz, noches a la luz de la luna en Marianao o escuchando rumbas en Jesús María, no ocuparon todas las horas de Federico en La Habana; en esta breve estancia el poeta también se ocupó de redactar, o en su caso terminar, algunas obras teatrales o componer alguna pieza poética. En el Hotel La Unión escribió una pieza teatral, Así pasen cinco años, y en casa de los Loynaz retocó La zapatera prodigiosa, dando ya por finalizada esta obra. Pero también en el tiempo habanero redondearía otra obra de teatro, El público, bastante diferente al tipo de teatro antonomásicamente lorquiano. Como ya hemos apuntado, parte del manuscrito fue entregado a Carlos Manuel Loynaz y, según Ian Gibson, es posible que el mundo dramático que descubrió Lorca en La Habana —en el teatro de la Alhambra, donde acudía asiduamente con Luis Cardoza y Aragón—, influyesen en la composición de esta obra teatral. Estas representaciones, llenas de burla y sarcasmo, con tintes de comedia del arte, tenían personajes fijos: el gallego (entiéndase el español), el negrito, la mulata, el policía, el maricón, etc. Desde nuestro punto de vista, poca relación existe (por no decir que es un tipo de teatro totalmente antagónico), entre estas obritas populares, llenas del absurdo cotidiano, y El público, drama entre dadaísta y surrealista, de corte claramente intelectual. Es probable que esta obra naciese como fruto de las representaciones teatrales que vio en los Estados Unidos y las primeras muestras de cine sonoro, como sostiene Miguel García Posada.
De cualquier modo, creo que la estancia del poeta andaluz en Cuba no influyó decisivamente ni en el teatro ni en la poesía de Lorca. Sí hay una excepción, una pieza única donde se respira lo cubano, y es el conocido «Son de negros en Cuba», composición que escribió en su residencia habanera —el manuscrito lleva el membrete del Hotel La Unión»—, y que fue incluido en Poeta en Nueva York; pero aún en este caso creemos que fue una concesión del poeta, un agradecimiento en forma de son montuno en el que, mediante continuas metaforizaciones Lorca plasma sus recuerdos infantiles (las cajas de puros de su padre en las que aparecía Fonseca con su cabellera rubia o «el rosal de Romeo y Julieta», referencia a otra marca de puros habanos) y su propia visión sobre Cuba: los plátanos, las palmas, el tabaco, el alcohol o la sensualidad de los cubanos. Sin duda, estos versos son el resultado de sus vivencias personales, vivencias que contrastan con el desgarramiento, la tristeza, la angustia y la soledad de los negros neoyorquinos, que tan patentes son en Poeta en Nueva York.
Sin embargo, sí creemos que su contacto con los soneros o con los reyes de la rumba en las playas de Marianao y en los barrios populares de La Habana, con Jesús María, Paula o San Isidro, le ayudaron a completar su teoría del duende, como también le ayudaron los músicos negros del barrio de Harlem con el jazz.
La cuestión, en cualquier caso es bastante controvertida. Numerosos estudiosos han repetido en ocasiones que una de las conferencias que leyó García Lorca en Cuba fue «Juego y teoría del duende»; sin embargo, en la prensa del momento no hay constancia de que así fuera. Lo que sí es muy probable es que «fuera en La Habana donde Lorca mencionara al duende por primera vez en una conferencia», como apunta Christopher Maurer, quien añade que esta mención habría sido en «la versión revisada de “El cante jondo”, leída el 6 de abril de 1930 en La Habana». El citado crítico llega a la conclusión de que «Lorca concibió su “teoría del duende”, en 1930, al intentar explicar la diferencia entre el cantaor bueno y el malo». Casi con toda seguridad fue así, ya que un espectador de excepción de las conferencias de Lorca en Cuba, José Lezama Lima, en un artículo titulado «García Lorca: alegría de siempre contra la casa maldita», recuerda la habilidad como conferenciante del poeta andaluz y nos señala la simpatía lorquiana «por muchos sones y conjuros de nuestra tierra y principalmente por nuestros reales negros cubanos». Más adelante el poeta cubano especifica:
Un día Lorca oyó de uno de aquellos cantaores, una sentencia memorable; todo lo que tiene sonidos negros, tiene duende (...) Cuando Lorca logró su estribillo Iré a Santiago, estaba lleno de esa teoría (...) Ahí Lorca intuyó que el prodigio de nuestro sol es, trágicamente, tener sonidos negros, como el caer de una cascada sombría detrás de las paredes donde se lanzan al asalto los cornetines del bailongo.
Lezama Lima escribió estas palabras después de conocer el texto de «Teoría y juego del duende» y, sin duda, identificó con los cantantes de sones cubanos frases como «(el duende) no es una cuestión de facultad, sino de verdadero estilo vivo; es decir, de sangre; es decir, de viejísima cultura, de creación en acto», «el duende (...) rechaza toda la dulce geometría aprendida, que rompe estilos» o «La llegada del duende presupone siempre un cambio radical en todas las formas sobre planos viejos, da sensaciones de frescura totalmente inéditas». Lorca se encontró en Cuba con el negro y con su riquísimo folclore, con la fusión de la sensualidad y la Naturaleza —como nos dice en el «Son de negros en Cuba»—, con el mundo onírico de lo primitivo, con el instinto y la pasión y, sobre todo, con lo terrenal, lo mortal y lo demoníaco, tres de los factores que definen al duende. También lo encontró en el barrio de Harlem, con los músicos de jazz. El son, el jazz y el flamenco comparten su origen misterioso y su carácter sincrético, nacen de la propia naturaleza instintiva y, por tanto, tienen duende.
Creo que  no sería descabellado afirmar que la experiencia neoyorquina, y después la cubana, le ayudaron a configurar su teoría sobre el duende y, al mismo tiempo, sacarla de un espacio geográfico concreto; de ahí que afirme en «Teoría y juego del duende» que «todas las artes, y aun los países, tienen capacidad de duende, de ángel y de musa». Su atracción estética hacia esas formas musicales cargadas de primitivismo —son, jazz, flamenco—, acompañadas de danza y de poesía hablada, le ayudaron a crear una teoría estética.

De la huella que dejó Lorca en Cuba

No cabe duda de que Federico García Lorca es uno de los autores no cubanos más difundidos en la isla. Con motivo de su muerte, su amigo Juan Marinello prologará una de las primeras ediciones que de la poesía de Lorca se editaron en México; un año después Nicolás Guillén publicará algunos artículos sobre la poesía lorquiana y le dedicará cuatro poemas en la antología inglesa de Hughes; con motivo del 25 aniversario de la muerte del poeta, José Lezama Lima escribirá el citado artículo, y así un sustancioso caudal de publicaciones que sobre Lorca se han escrito en Cuba.
Las ediciones de su obra antes y después del período revolucionario serán continuas: en el 61 se editan Bodas de sangre, Conferencias y charlas, Diván de Tamarit, Doña Rosita la soltera, el Romancero gitano y La zapatera prodigiosa; después del 69, La casa de Bernarda Alba; en el 71, Lorca por Lorca, una antología poética con textos de Jorge Guillén, Aleixandre y Marinello; en el 72, algunas obras teatrales con el título Teatro mayor; en el 77, una antología completa de su poesía y, un año después, una edición de Mariana Pineda; todo ello sin olvidar las continuas representaciones de sus obras o la publicación de un libro, Los versos de tu amigo, para niños. Un despliegue editorial con pocos precedentes en la isla, ya que hablamos de un autor no cubano.
Pero llegados a este punto queremos analizar qué influencia poética dejó la estancia de Federico García Lorca en la isla. Muy sugerentes nos parecen las palabras de Guillermo Cabrera Infante a este respecto:
Como poeta Lorca fue una definitiva influencia para la poesía cubana, que después del abandono modernista iniciaba una etapa de cierto populismo llamado en el Caribe «negrismo». Era una visión de las posibilidades poéticas del negro y sus dialectos un poco ajena, enajenada (...) Los mejores poetas de esa generación, que tendrían la edad de Lorca, cultivaban el negrismo como una moda amable y amena, otros eran como Al Jolsons de la poesía: blancos de cara negra. El poema devenía así una suerte de betún. La breve visita de Lorca fue un huracán que venía no del Caribe sino de Granada. Su influencia se extendió por todo el ámbito cubano.
Cabrera Infante se refiere a poetas como Regino Pedroso, Ramón Girau, Emilio Ballagas, José Zacarías Tallet o Nicolás Guillén quienes, al igual que otros poetas del ámbito caribeño, escribieron un tipo de poesía en la que unían los valores culturales afrocubanos (lo sensual, lo religioso, lo mágico, la música, etc.) con la denuncia social. Si bien es cierto que muchos poetas se apuntaron a esta nueva corriente sin conocer sus valores y dejándose llevar por simples imitaciones, los arriba citados sí dotaron a la poesía de nuevos símbolos y de referentes casi inauditos en el campo poético; la suya fue una apertura hacia posibilidades reales de expresión. En cambio, es bastante dudoso que la influencia lorquiana se extendiera por toda la isla, ya que desde los años 30 hasta nuestros días son pocos los poetas que de forma directa tengan en cuenta los versos del poeta andaluz. Sí es cierto, sin embargo, que la admiración por Lorca ha sido continua desde su paso por la isla, determinada en los primeros momentos por su habilidad como conferenciante y su capacidad para unir la literatura con la música más popular; después, la admiración se acrecentará por las circunstancias de su muerte a manos del bando nacional en el comienzo de la Guerra Civil, lo que hará que desde el comienzo del período revolucionario cubano sea considerado como un mártir de la libertad.
La influencia más evidente que ha ejercido Lorca sobre un poeta cubano es la de Nicolás Guillén, en cuyo poema «Velorio de Papá Montero» de Sóngoro cosongo (1931) se pueden detectar ciertas relaciones con el lorquiano «Muerte de Antoñito el Camborio», como ya en su momento destacó Miguel de Unamuno; el mismo Guillén reconoció esa huella indiscutible del Romancero gitano atreviéndose a sentenciar que «Nadie como él (Lorca) ejerció (salvo Rubén Darío) influencia tan pronunciada en los jóvenes poetas americanos». Otro poeta cubano del momento, Rubén Martínez Villena, destacó la relación entre algunos poemas de Sóngoro cosongo y los romances de García Lorca. Por su parte, Regino E. Boti, en su artículo «El verdadero son» del año 30, vinculaba al poeta español con el cubano porque ambos mezclan naturaleza y vida: primero lo hizo Lorca, después Guillén. Y añadía: «Nuestra América, víctima de la fonolosis, ya se está tiñendo de romances y espinelas garcilorqueses». Guillén conectó con la poesía de Lorca en su intento de acercarse al romance español y así plantear «dos elementos originales de su sensibilidad: lo africano y lo español», como nos recordó Cintio Vitier.
Lo cierto es que exceptuando esta salvedad de algunos poemas de Nicolás Guillén, y circunscrita a los versos de Sóngoro cosongo, pocas son las huellas lorquianas que encontramos en los poetas mayores de aquellos años, como lo fueron los del grupo Orígenes. Después llegarán otros poetas, los de la Generación del 50, o también llamada «Primera Generación de la Revolución», quienes admirarán la figura de Lorca de forma ostensible; pero no acudirán a la poética lorquiana para escribir sus versos. Los poetas de esta generación (Roberto Fernández Retamar, Fayad Jamís, Rolando Escardó, Heberto Padilla, Pablo Armando Fernández, etc.) estarán más interesados por una poética coloquial que reivindique los logros de la naciente revolución que por los romances lorquianos llenos de muerte, de amor oscuro o de lunas. De entre los citados, Roberto Fernández Retamar, muy vinculado literariamente a los poetas de la Generación del 27, citará a Lorca como figura central de la generación española y como renovador de la poesía española del presente siglo; no en vano, en su Antología de poetas españoles del siglo xx, tendrán cabida catorce poemas lorquianos y, en la introducción a este libro, comparará la importancia del Romancero gitano con la que tuvo Prosas profanas de Rubén Darío en su época. Pero en la poesía de Retamar no encontraremos huellas de Lorca, como sí las hallamos de otros poetas españoles como Gustavo Adolfo Bécquer o Antonio Machado.
El grupo poético que nace poco después de esta Generación del 50, será el de El Puente, con escritores como Nancy Morejón, Miguel Barnet, José Mario Rodríguez, Belkis Cuza Malé, Isel Rivero, Mercedes Cortázar, etc. Estos poetas, que intentaron crear una poesía que no estuviese literalmente sujeta a refrendar los logros de la Revolución, contarán entre sus escritores favoritos a García Lorca; pero la huella del poeta andaluz se quedará en alguna composición dedicada al escritor español, como es el caso de Miguel Barnet, quien en unos versos evoca la figura de Lorca en Cuba. Tampoco Lorca aparecerá en las composiciones de los poetas ligados a la revista El Caimán Barbudo, grupo poético que pareció en el año 66; ni tampoco los poetas de los años 70 tendrán como referente directo al escritor andaluz. En los años 80 y 90, décadas en las que se produce un evidente cambio en la poesía cubana, poesía más reflexiva, menos coloquial, más antiutópica e íntima, con nuevos temas cargados de nihilismo y de desesperanza, aparecen nuevos motivos poéticos, casi inexistentes en la poesía escrita en la Revolución, como la homosexualidad; y es aquí donde Lorca reaparece de manera ostensible. Los jóvenes poetas cubanos ven en algunas composiciones amorosas del escritor andaluz un ejemplo del tipo de poesía que ellos desean escribir. Las dificultades sociales que encontró Lorca para expresar su amor homosexual son similares a las que muchos escritores encontraron en los años más duros de la Revolución, donde ser homosexual era considerado antipatriótico.
De cualquier modo, ya es un gran logro que la figura de este poeta español esté presente en las escuelas, en las universidades, en las charlas poéticas de todas las ciudades de la isla; y que su retrato, acompañado de sus versos, esté pintado en muros de la geografía cubana como recuerdo de una memoria viva.
Seguramente, el viajero lorquiano abandonará Cuba con las mismas sensaciones que tuvo nuestro poeta cuando la visitó. El calor de sus gentes, el entusiasmo de estas por saber siempre algo más sobre poesía, también su clima, su ron, su tabaco y sus palmeras dejarán una huella en su corazón y pensará, como Lorca, que «esta isla es un paraíso».

Presentación de la nueva biografía de Miguel Hernández en "Horizontes Culturales" en Radio Milenium

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Vienes 22 de noviembre de 19 a 20 horas programa de radio "Horizontes Culturales" de Radio Milenium 107.7 Mhz de la FM de Alicante, a Miguel Hernández. El poeta del pueblo (biografía en 40 articulos) de Ramón Fernández Palmeral.

Invitados por el locutor y periodista José María Pachón
Contertulios:
Ramón Fernández Pameral (autor)
María Teresa Rodríguez (poeta y escritora)
Juanjo Pertusa (contertulio cultural)

Análisis del poema 10 "Paisaje de la multitud que orina" de "Poeta de Nueva York" de F. García Lora

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Estoy trabajando en mi nuevo libro Federico García Lorca el de Poeta en Nueva Yokk, 2019, Amazon. Os muestro el comentario que acabo de terminar, hoy, 21-11-2019


[10].-Paisaje de la multitud que orina
Nocturno de Battery Place


Se quedaron solos:
aguardaban la velocidad de las últimas bicicletas.
Se quedaron solas:
esperaban la muerte de un niño en el velero japonés.
Se quedaron solos y solas
soñando con los picos abiertos de los pájaros agonizantes,
con el agudo quitasol que pincha
al sapo recién aplastado,
bajo un silencio con mil orejas
y diminutas bocas de agua
en los desfiladeros que resisten
el ataque violento de la luna.
Lloraba el niño del velero y se quebraban los corazones
angustiados por el testigo y la vigilia de todas las cosas
y porque todavía en el suelo celeste de negras huellas
gritaban nombres oscuros, salivas y radios de níquel.
No importa que el niño calle cuando le clavan el último alfiler,
no importa la derrota de la brisa en la corola del algodón,
porque hay un mundo de la muerte con marineros definitivos
que se asomarán a los arcos y os helarán por detrás de los árboles.
Es inútil buscar el recodo
donde la noche olvida su viaje
y acechar un silencio que no tenga
trajes rotos y cáscaras y llanto,
porque tan sólo el diminuto banquete de la araña
basta para romper el equilibrio de todo el cielo.
No hay remedio para el gemido del velero japonés,
ni para estas gentes ocultas que tropiezan con las esquinas.
El campo se muerde la cola para unir las raíces en un punto
y el ovillo busca por la grama su ansia de longitud insatisfecha.
¡La luna! Los policías. ¡Las sirenas de los transatlánticos!
Fachadas de crin, de humo; anémonas, guantes de goma.
Todo está roto por la noche,
abierta de piernas sobre las terrazas.
Todo está roto por los tibios caños
de una terrible fuente silenciosa.
¡Oh gentes! ¡Oh mujercillas! ¡Oh soldados!
Será preciso viajar por los ojos de los idiotas,
campos libres donde silban mansas cobras deslumbradas,
paisajes llenos de sepulcros que producen fresquísimas manzanas,
para que venga la luz desmedida
que temen los ricos detrás de sus lupas,
el olor de un solo cuerpo con la doble vertiente de lis y rata
y para que se quemen estas gentes que pueden orinar alrededor
                                                                             [de un gemido
o en los cristales donde se comprenden las olas nunca repetidas.



Comentario e interpretación
    Battery Park es un parque de 10 hectáreas, situado en la punta sur de la ciudad de Nueva York en Lower Manhattan, frente al puerto. El nombre viene de la batería de cañones que los antiguos  holandeses y británicos instalaron en esta zona, con el fin de proteger la entrada del puerto. En el otro extremo se encuentran los restaurantes de Battery Gardens, junto a la Guardia Costera de los Estados Unidos. A lo largo de la costa, se encuentran los muelles de donde parten los ferries con destino a la  Estatua de la Libertad y Ellis Island.
    En esta zona junto al margen del navegable Río Hudson, una noche, sin fecha determinada, no datado “Paisaje de la multitud que orina”, García Lorca contempla que la gente orina en el parque no cabe otra explicación lógica, por falta de urinarios públicos. Nos dice “Fachadas de orín, humo, anemonas, guantes de goma”. La visión del parque es pésima “el olor de un solo cuerpo con la doble vertiente de lis y rata”. Con la visión desagradable de una micción urgente de algún borracho «estas gentes que pueden orinar alrededor de un gemido”.
      Se inicia el poeta invitando al lector, o el narratorio, con la visión de hombres y mujeres “Se quedaron solos y solas”, diferencia por su género, no son personas, porque las personas no tiene género, aunque sí número. Como la muerte obsesionada al poeta desde joven, porque la luna es la hoz blanca de la muerte en la noche, puesto que la escena es nocturna y en un charco se refleja “el ataque violento de la luna” con la imagen de “celeste negra huella”. Y más adelante exclama “¡La luna! ¡Los policías! ¡Las sirenas de los transatlánticos!”, y entre la luna aquella que vino a la fragua para llevarse al niño gitano de la mano. En este poema aparece un velero japonés (o junco) donde “Esperaban la muerte de un niño en el velero japonés”. Escenas de muerte que me recuerdan “Romance de la luna luna” de Romancero gitano(1928), donde escribe:

                             Por el cielo va la luna
                            con el niño de la mano.

    El niño del velero japonés llora, calla y muere cuando le clavan un alfiler (como hacen los entomólogos con los lepidópteros), los pájaros agonizan en su vuelo nocturno, el sapo recién aplastado deja ver sus tripas.
Desde su posición de observador, el poeta ve las olas (último verso) que se acercan al muelle “donde se comprenden las olas nunca repetidas”. Las olas esas ondas expulsadas por el río se parecen entre ellas, pero todas son distintas si la midiéramos una a una en una balanza.

Por Ramón Fernández Palmeral
Poesía Palmeriana
Alicante, 21-11-2019. Noventa años del viaje a Nueva York

  Portada parta el libro, se publicará en LULU y Amazo, próximamente. de 220 paginas, ilustrado por Pamón Palmeral
 


La homosexualidad de Federico Gracía Lorca, por Luis Antonio de Villena

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Imagen de artículos de LAdeV

La homosexualidad en Federico García Lorca.

(Este trabajo -no breve y con mucha información de primera mano- lo hice hace un año para una revista universitaria norteamericana, donde ha salido.)
Circunstancias casuales (o no tanto) de la vida y el hecho de que Federico García Lorca fuera asesinado en trágicas circunstancias de guerra con 38 casi recién cumplidos, hizo que yo llegara a conocer –y en dos ocasiones con mucha intimidad- a notables personajes que habían sido muy amigos del propio Federico. La mayoría de las cosas que sé sobre la intimidad homoerótica de Lorca (con anécdotas casi “incontables”) me las narraron ellos en largas tardes y años de conversaciones íntimas. Ellos también era gays (como Federico) y sabían que estábamos entre amigos, porque fuera de tal amistad jamás hablablan de ese tema. Esos amigos comunes –la frase suena rara también para mí- fueron: Vicente Aleixandre (con el que compartí catorce años de muy estrecha relación amistosa), Rafael Martínez Nadal –el depositario de los manuscritos de “El Público”- al que conocí algo más tarde, pero con quien la cordialidad fluía rápida, porque había algo en Rafael (esa misma cordialidad) que propiciaba la confidencia. Y finalmente –y lo traté menos- el escritor gallego (exilado en Argentina muchos años) Eduardo Blanco-Amor, al que conocí en sus años últimos, y siempre en el Café Gijón de Madrid, presentado por un simpaticó médico gallego, Juan Haguindey de nombre, que hacía por entonces (finales años 70) “mala vida” en la noche madrileña, de donde –lo confieso- vino mi trato y el hecho de que él me presentara a Blanco-Amor…
Blanco-Amor era un viejito lúcido y muy cordial (me parece que murió a fines de 1979) que conoció al Lorca de “La Barraca”. Les unió “el epentismo”, más al pronto que la misma literatura… “Epentismo” y “epente” eran (según todos, pero yo lo supe primero por Aleixandre) términos inventados por Federico para aludir a la homosexualidad o a los homosexuales en contextos donde la palabra –en los años 30 y aún con la libertad de la República- eran indecibles. Por ejemplo, todos sabían (en intimidad) que el gran erudito José María de Cossío era homosexual, pero eso era secreto y nadie lo hablaba. Así en una comida Federico le decía a Vicente: “He oído que Cossío es un  gran estudioso del epentismo. ¿Tú lo sabías?”. Y Aleixandre contestaba: “Sí, lo sabía. Sé que lo ha estudiado mucho. Es un epente muy notable.” (De este modo me lo narró una de tantas tardes en su casa Vicente Aleixandre). Curiosamente Lorca dejó un testimonio escrito de esa palabra en un soneto dedicado al modernista uruguayo Julio Herrera y Reissig, prototipo de alambicado simbolista, decadente y aún protosurrealista, pero no “epente”, que sepamos. Como de 1934 (pero puede ser aún posterior) se fecha el soneto “En la tumba sin nombre de Herrera y Reissig en el cementerio de Montevideo” en la edición de “Sonetos” de Lorca que editó en 1996 la editorial Comares y la Fundación Federico García Lorca, en Granada. El primer endecasílabo del citado soneto (hecho como otros poemas al uruguayo para un número homenaje que la pensaba dedicar, pero no hubo tiempo para hacerlo, la revista de Neruda “Caballo verde para la poesía) dice así: “Túmulo de esmeraldas y epentismo…”.Ahí está el término y no lo conozco escrito en ningún otro sitio de la época.  “Epéntico” (no epentismo) viene en el diccionario de la RAE, pero como  adjetivo de “epéntesis” , que es una figura de dicción, que consiste en añadir un sonido. Como se ve, nada que ver con “epentismo” (que no epéntesis) o “epente” que no “epéntico”. No creo que los matices lingüísticos fueran a propósito, pero salieron bien.
Unidos por el epentismo y la literatura, Blanco-Amor vio los amores de Lorca (ya en 1935) con un muchacho gallego que trabajaba en “La Barraca”. A ese chico Lorca le dedicó los “Seis poemas galegos” de ese mismo 1935, en los que Blanco-Amor hubo de ayudarle, pues Federico no sabía gallego…
Rafael Martínez Nadal (que murió muy viejo, en 2001) fue un interesantísimo testigo de su época y del exilio en Inglaterra. Profesor de Literatura, escribió sobre Lorca, sobre Cernuda, y sobre él mismo colaborador (con pseudónimo) de la BBC antifranquista. Aficionado a los deportes y homosexual  también (según Aleixandre) Rafael nunca hablaba de él mismo –estaba casado y tenía hijos- sino de la normalidad con la que veía y trataba a sus amigos homosexuales, como lo hacía el embajador de Chile y común amigo de casi todos, Morla Lynch. Conocía Rafael todo sobre la vida sexual de Federico (de nuevo, según Aleixandre, porque él la propiciaba o la compartía).  Aleixandre     –que después de la guerra no se hablaba con Martínez  Nadal, incluso le tenía un pequeño encono) me conto que, sobre el año 35, estando él sentado en un café madrileño con Dámaso Alonso, cuya homofobia era bien conocida, aparte de los tardíos testimonios que aportó Cernuda que lo detestaba, vió pasar por otro extremo a Martínez  Nadal que saludó a Vicente con un gesto de la mano. Entonces Dámaso le preguntó: “¿Quién es ese?” Y Vicente le contestó que un amigo muy cercano de Federico. Parece que Dámaso añadió: “Será maricón, entonces…” A lo que Vicente respondió, tratando de echar un cable: No lo creo. Es un hombre muy viril. Enormemente aficionado al deporte, incluso al boxeo. A lo que Dámaso habría replicado, inmisericorde: “Esos son los peores”. La conversación, claro está, cambió de tercio. Martínez Nadal que , según él conservaba muchas cartas cariñosas y agradecidas de doña Vicenta, la madre de Federico, por lo bien que se había portado con su “Federiquito”, no se llevaba bien, al final, con la familia García Lorca, entre otras cosas (no pretendo saber todas las razones) porque, estando en Londres, les mostró a Francisco García Lorca (hermano del poeta) y a su mujer, Laura de los Ríos, el manuscrito de “El Público”. Se lo mostró para que vieran su autenticidad pero se negó a prestárselo… Hasta ahí sé. El caso es que además de “El público” y algunos otros papeles creativos sueltos, Martínez Nadal poseía un enorme epistolario de Federico dirigido a él mismo y en parte publicado y autocensurado por el propio Rafael. Lo curioso es que al menos algunas de las cosas censuradas de cara al público     –algunas- eran habladas con total naturalidad en privado. A fines de 1981 yo le leí en su casa de “El Olivar” a Martínez Nadal páginas de mi libro de memorias noveladas “Ante el espejo” que se publicaría –con poco gusto de mi madre- en 1982. Leí para Rafael las partes más íntimas de contenido homoerótico. Al acabar, él me las alabó con enorme generosidad y me animó a publicarlas. “Será bueno para todos”, me dijo o algo muy parecido. Poco después añadió que como yo le había hecho un bonito regalo leyéndole aquellas páginas de mi libro, él no quería dejar de corresponderme y me iba a hacer otro pequeño regalo… No dijo cuál. Salió un momento del salón, y al poco volvió con una carpeta clásica en la mano, una carpeta de cartón azul. Yo sólo la ví, no la toqué. De pie, Rafael pareció buscar entre los papeles que había dentro, y de repente me extendió una cuartilla escrita a mano por las dos caras y que empezaba diciendo “Querido Rafael”. Me dí cuenta antes de ver el “Federico” final, que se trataba de una carta de García Lorca fechada en Nueva York (creo recordar) a fines de 1929. Todo el misterio de la carta estaba en que Federico le contaba a su amigo –con alguna expresión muy viva- que la noche anterior había participado en una orgía con varios negros. Al final de la carta, incluso después de la firma, una línea decía: “Cuando la leas rómpela”.  Cuando Martínez Nadal vió que yo había completado la lectura y levantaba los ojos hacia él, me dijo sonriente: “Y la voy a romper”. Será fácil imaginar mis inmediatas protestas. Le dije que yo entendía que la hubiese roto entonces (cuando la recibió) pero que si la había guardado tantos años sería por algo y que no la debía romper ya. No recuerdo bien las razones que argumentó pero el resultado era el mismo: Llegado el momento, la rompería. Tuve en las manos esa carta y la leí, nunca más la he vuelto a ver ni sé qué ha sido de ella y a buen seguro de otras más o menos similares en el recuento de la sexualidad…
Cuando llegó el centenario del nacimiento de Lorca, en 1998, cené un día con su biógrafo por antonomasia, Ian Gibson, que quería que yo le contara lo que sabía de Lorca por sus amigos. Vicente Aleixandre y Blanco-Amor habían muerto ya, pero Martínez Nadal (al que por entonces yo veía menos) no. Conté a Gibson lo que antecede y lo ví lleno de interés. Martínez-Nadal (me dijo) nunca jamás había querido entrevistarse con él y nunca lo hizo. Gibson me dijo si podía añadir mi relato a su libro, y le respondí que por mí sí. Pero que si Martínez Nadal decía que yo mentía (aunque nunca lo supuse) su palabra tendría lógicamente más valor que la mía. Gibson añadió mi relato con todo detalle a su renovada biografía de Federico García Lorca, que se reeditó en 1998 y Martínez Nadal nunca dijo nada. Que se enteró del libro lo supe por varios amigos comunes y porque en las pocas ocasiones en que lo volví a ver estuvo algo más distante conmigo, dentro de la cordialidad. Nuestros momentos cenitales habían quedado en todo lo largo de los 80. Según Aleixandre me explicó en su día, el pudor “epéntico” de Martínez Nadal no procedía de una salvaguarda de Federico, de quien cada vez se sabía más, sino de un pudor hacia sí mismo. Yo ni agrego ni quito.
Vicente sí me pareció siempre el gran amigo de García Lorca. Jamás lo llamaba por sus apellidos (por mucho que hablásemos de él y hablamos mucho) siempre era “Federico”. Me habló de sus manías dilapidadoras –dejar un taxi esperando en la puerta esperando mientras estaba más de una hora con Vicente- su falta de simpatía por Miguel Hernández (no compartida por Aleixandre), sus gustos sexuales “pasivos” y sobre todo la historia con quien Aleixandre calificaba como “el gran amor frustrado” de su vida, Emilio Aladrén, escultor joven, al que dedicó un poema en “Romancero gitano” (“El emplazado”). Según Aleixandre la pasión había sido total y real, y se había cumplido por primera vez en un fin de semana que pasaron en Ávila. Desde allí Federico llamó por teléfono a Vicente por la mañana para darle la buena nueva. Pero Aladrén era bisexual y no gay y terminó yéndose con una mujer al parecer, como él, muy atractiva. Federico sufrió tanto por esa separación o ruptura que fue eso (el deseo de curación y lejanía, y en eso también coincidía con Martínez Nadal) lo que le llevó a Nueva York y en ningún caso la voluntad de aprender inglés… Con frecuencia (solía terminar Aleixandre, que admitía que Federico iba a menudo con algunos chicos por dinero) Lorca se enamoraba de muchachos que no eran homosexuales o no principalmente y él tenía muy claro que esa fue su personal y reiterada tragedia.
Podría añadir muchísimos más detalles (incluso alguno levemente picante) de entre los muchos que Aleixandre me fue refiriendo en tantos años, pero creo que lo narrado es suficiente para que entendamos dos cosas: Federico fue natural y totalmente homosexual  y (segunda) a nivel superficial él vivió esa condición, entre sus amigos más próximos, con entera naturalidad y sin problemas aparentes… Y sin embargo el lector de Lorca, sabe que la homosexualidad (tan visible en su obra) no dejaba de tener sesgos problemáticos para el poeta. ¿Por qué?
En primer lugar –y es preciso tener en cuenta la época- la familia de Lorca o no sabía la condición sexual del poeta o le parecía negativa y procuraba ocultarla. Es obvio que Lorca tuvo temor y respeto en vida por su familia… Después de su asesinato podía (y debía) haber sido distinto, pero la realidad es que tardó mucho en serlo. Su hermano Paco –según me ha narrado su propia hija Laura- “no llevaba bien” la homosexualidad de su hermano. Y su hermana Isabel (a la que conocí) lo negó mientras pudo, hasta que muy a la postre no pudo oponerse a las evidencias, pero aún entonces era un tema del que eludía hablar. Además ¿qué podría saber ella, de verdad, de la vida privada y sexual de su hermano? En aquella época ( y no sé si ahora) un hermano adulto no hablaría nunca ni una palabra de esos temas con la hermana más chica. Federico hubo de sortear siempre el problema familiar, y aún así fue más valiente de lo que se supone, pues la “Oda a Walt Whitman” (de “Poeta en Nueva York”) se editó en 1935, en Madrid, en una bella “plaquette”. No fue un poema conocido sólo “post mortem”, ni mucho menos… Por lo demás (y como he demostrado en un trabajo editado varias veces, “La sensibilidad homoerótica en el Romancero gitano”, revista Turia, 1998 y revista digital Castilla de la Universidad de Valladolid en 2011) he dejado claro, me parece, y sin alusión ninguna a su vida privada, que los ejes semánticos de todos los poemas del “Romancero…” son una contínua celebración de la virilidad y de la belleza masculina, hombres o mozos… ¿Cómo entender sino esto?: “Niños de cara impasible/ en la orilla se desnudan,/ aprendices de Tobías/ y merlines de cintura…” O esto otro: “Moreno de verde luna/ anda despacio y garboso./ Sus empavonados bucles/ le brillan entre los ojos.” Y más: “Lo que en otros no envidiaban,/ ya lo envidiaban en mí./ Zapatos color corinto,/ medallones de marfil/ y ese cutis amasado/ con aceituna y jazmín./ ¡Ay Antoñito el Caborio/ digno de una Emperatriz.”   Los ejemplos se podrían repetir casi “ad nauseam” pero no hace falta. El que no tiene anteojeras ya lo ha visto… Otra cosa es la posterior “Oda a Walt Whitman”, espléndido poema, sin duda, en el que se enfrentan dos tipos contrapuestos de homosexualidad. De un lado la pura homosexualidad  de los camaradas (la que Whitman buscaba) o la de “el niño que escribe/ nombre de niña en su almohada,/ni contra el muchacho que se viste de novia/ en la oscuridad del ropero,” (…) pero de otro está, y de ella abomina y contra ella va, la homosexualidad de los “maricas de las ciudades,/ de carne tumefacta y pensamiento inmundo…”. Sin embargo hoy sabemos bien que la homosexualidad que Lorca vivió plenamente como adulto era precisamente la que condena, la del “pensamiento inmundo”, la del “marica” de la ciudad… ¿No hay en este poema una profunda contradicción en Lorca, que hace que muchos homosexuales no se reconozcan en él, pese a la belleza del texto? Sin duda. Este poema muestra, como ninguno, que una parte muy profunda de García Lorca (ya sabemos que la superficial no) vivía la homosexualidad como un personal, íntimo conflicto. Unos lo ponen en relación con la idea de un Lorca “afeminado” en sus gustos homoeróticos, que llega a sentir en sí mismo la tragedia (hoy diríamos que antigua) de “Yerma”. La “pasividad” de Lorca, el no hallar el amor de hombres no homosexuales sería otra una parte sustancial de este conflicto íntimo, muy hondo. Será ya muy difícil sino imposible resolverlo de veras. Pero (como el elogio a la belleza moceril) está y es evidente.
Creo que aún faltan estudios profundos –habiendo ya algunos- sobre el mundo y el sentir homoeróticos en la obra total lorquiana. Y creo, item más, que aún es tiempo de completar sexual y sentimentalmenre su biografía y saber (por ejemplo) qué ha sido de las cartas que Martínez Nadal no publicó y aún qué textos o párrafos suprimió en su libro de recuerdos y correspondencia (lujosamente editado) “Federico García Lorca.Mi penúltimo libro sobre el hombre y el poeta” Editorial Casariego, Madrid, 1992. Por ejemplo en una carta escrita por Lorca a Rafael desde Granada a Madrid a su vuelta de América le dice, al final: “tengo muchos versos de escándalo y teatro de escándalo también.” (…)  “Aquí en Granada me divierto estos días con cosas deliciosas también.  Hay un torerillo… “ Y aquí se corta la carta, porque el propio Rafael la autocensura. ¿Se podrá conocer enterá? ¿Habrá muchas más como la de la orgía de negros, que ví y no he vuelto a ver más? Queda mucho íntimo Lorca por dirimir y tanto la altura del hombre y del poeta, como la claridad y normalidad de la vida homosexual (sometida a tanto mal trato y tapujo) lo precisan y lo merecen. Mi testimonio, básicamente, opta por ello. Por ver a Lorca finalmente sin penumbra…

Primer Premio del Certamen de Poesía Santa Isabel de Hungría 2019, ganado por María Teresa Rodríguez

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EL ROSAL DEL CAMINO

El sendero se vislumbra arrogante,
destaca el dulce perfume de las rosas,
capullos abiertos y coloreados,
rojo de pasión, rosado de amor,
amarillo vestido de rayos de plata
que la telaraña ha urdido
con hebras de su perfecto hilo,
entrelazados por una extensa red
formando un manto conector brillante.
Más adelante, una bella flor se despide.
Su belleza se marchita y desaparece.
Ya no deslumbra ni da aroma.
Su virginidad cae pétalo a pétalo,
crea un tapiz con efecto mágico
protector de la tierra que ahora conquista,
evitando así que el frío rocío del alba
penetre y desgarre las raíces familiares.
Cada rosa proviene de las semillas
enraizadas con pericia en el pasado
que a su vez son compartidas,
el clan que las genera es inmenso,
se protegen al fragmentar su integridad.
Así, otras del linaje nuevo nacen,
muestran ufanas la hidalguía,
expresan con sutil elegancia
que el rosal, su casa naciente,
junto a los demás rosales, su ciudad,
forman la comunidad floral,
donde unas van dando su vida
para que broten las siguientes.
De esta forma, cada rosal del camino
presenta su arrogancia y dignidad
al decidido viandante,
que al igual que tú y yo,
pasea orgulloso por este paraje
que emula con ganas al jardín divino
por sus excelsas rosas arco iris
que con tanto cariño y dedicación
la propia estirpe de continuo protege.

María Teresa Rodríguez Cabrera

 28 – 3 – 2019




CURRICULUM DE LA POETISA MARÍA TERESA RODRÍGUEZ CABRERA

Licenciada en Ciencias Empresariales por la Escuela Superior de Ciencias Empresariales de Alicante y en Económicas por la Universidad de Comillas de Madrid.
Desde 1999 estudia la Ley del Tiempo y el Calendario de las 13 Lunas, asistiendo a seminarios y talleres en España, Portugal, Francia, Italia, México y Chile, la mayoría dados por José Argüelles. A partir de entonces ella imparte a su vez seminarios, talleres y conferencias en diferentes lugares de España.
Desde el año 2009 escribe, cada 13 días, una Onda Encantada que publica en su web www.ondaencantada.com. Son reflexiones diarias sobre el orden sincrónico, de aproximadamente 4000 palabras cada una. Se difunden en todos los países de habla hispana y son traducidas al italiano.
Inesperadamente, el 25 de enero de 2013, comienza su andadura como poeta en verso libre. Escribe poemas sobre: la consciencia, el viaje de transformación de la vida, místicos, los ángeles, Dios y otros contenidos; así como referente a personajes del pasado (Teresa de Jesús, Quevedo, Espronceda, Miguel Hernández…).
Ha publicado dos libros de poemas La voz de las palabras perdidas, en 2015, del que pronto saldrá la segunda edición; y De aves y ángeles,Editorial ECU, diciembre 2016.
Como voluntaria, dirige el taller semanal Comparte la poesía que imparte en el CEAM Parque Galicia de Alicante, desde enero de 2016. También forma parte del equipo de redacción de la Revista Punto de Encuentro del mismo centro  colaborando con poemas y artículos.
Pertenece a la Asociación Cultural Espejo de Alicante, leyendo sus propios poemas en los recitales que organiza. En esta misma asociación es miembro del Grupo Poético Amarilis, creado en junio de 2016, recitando poemas de poetas consagrados.
Pertenece a la Asociación Cultural Numen de Alicante, recita en su eventos y publica poemas en sus revistas.
Ha publicado sus poemas en diferentes revistas y antologías poéticas, y está preparando la publicación de un nuevo libro sobre sus conversaciones poéticas con Espronceda.
Tiene una web de poeta www.mariateresarodriguez.com y un canal de YouTube María Teresa Rodríguezdedicados exclusivamente a compartir sus libros, poemas, eventos y demás información sobre sus actividades poéticas.
Aunque le gusta recitar sus poemas, disfruta mucho recitando a otros poetas que le precedieron y que alcanzaron reconocimiento por el talento al expresar sus sentimientos.
Ha participado en programas de radio Millenium en varias ocasiones hablando de su poesía y recitando la de otros grandes poetas.


Tica Fernández Montesinos y la familia García Lorca en América

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Tica Fernández Montesinos y la familia García Lorca en América

María Rosa de Madariaga ||

Historiadora ||
Después de Notas deshilvanadas de una niña que perdió la guerra, publicado en 2007, Tica Fernández Montesinos nos obsequia ahora con El sonido del agua en las acequias, en lo que podríamos calificar de “saga de la familia García Lorca”, en palabras de Ian Gibson, con ocasión de la presentación de este libro en la Residencia de Estudiantes de Madrid, el jueves 15 de abril de 2018. De esta “saga” formarían parte Federico y su mundo. De Fuente Vaqueros a Madrid (1986), de Francisco García Lorca, hermano del poeta, Recuerdos míos (2002), de Isabel García Lorca, hermana del poeta, Lo que en nosotros vive (2008), de Manuel Fernández Montesinos, sobrino de Federico y presidente durante años de la Fundación Federico García Lorca, y, por supuesto, los dos mencionados libros de Tica.

El sonido del agua en las acequias, libro de Tica Fernández Montesinos
¿Por qué Tica? Porque a partir de su verdadero nombre, Vicenta, como su abuela materna, todos en la familia empezaron a llamarla Vicentica, y, luego, solo Tica, nombre que le quedo y con el que todos sus amigos la conocemos. Yo, prácticamente, desde que los García Lorca- Concha, con sus tres hijos, su hermana Isabel, y la abuela, doña Vicenta, que todavía vivía- se instalaron a los pocos años de regresar a España en un inmueble situado en la misma calle, en la que yo vivía con mi familia. Aunque a Tica la conocí de soltera, la traté más ya de casada, cuando ella y su marido se instalaron en la misma calle que yo a dos pasos de donde vivía su familia y a dos pasos también de donde vivía la mía. Estas líneas, más que una reseña al uso, son la presentación del libro de una amiga.
Ya desde su inicio, advertimos que este libro de Tica, lo mismo que el anterior, está marcado por la doble tragedia del asesinato, primero, de su padre, Manuel Fernández Montesinos, alcalde socialista de Granada, el 16 de agosto de 1936, y, a los pocos días, de su tío materno, Federico. Mayor de tres hermanos, Tica, nacida en diciembre de 1930, tenía entonces cinco años. Habría cumplido en diciembre, seis. De una infancia feliz, solo interrumpida por una enfermedad infantil que la dejó sorda del oído izquierdo para toda la vida y, como secuela, con ciertas dificultades de dicción, Tica pasó a estar rodeada de un ambiente de tristeza, que forzosamente habría de dejar en ella una profunda huella. Dividido en cuatro partes, hay en estos recuerdos de Tica numerosos “flashbacks”, que no perturban la continuidad del relato, sino que contribuyen a avivar el interés o la curiosidad del lector por seguir leyendo.
Inicia Tica su relato evocando la salida de Bilbao en 1940 a bordo del trasatlántico Marqués de Comillas rumbo a Nueva York, donde ya les esperaba el tío Paco y la tía Isabel (Tatabel, como la llamaban cariñosamente sus sobrinos). Tica viajaba en compañía de su madre Concha, hermana del poeta, de sus hermanos Manolo y Conchita, y de sus abuelos maternos, doña Vicente y don Federico., camino de un exilio que, como nos dice, “no sabíamos lo que iba a depararnos ni cuanto tiempo podría durar”. Abandonaban así, lo que don Federico, a medida que el barco se alejaba de la costa, calificaba de “puñetero país”. Después de una travesía de 40 días llegaban a Nueva York el 30 de julio de 1940. Afortunadamente, contaban en los Estados Unidos con el sólido y firme apoyo de don Fernando de los Ríos y de su esposa doña Gloria Giner, padres de Laura, que se convertiría poco tiempo después en la esposa de Francisco García Lorca. Don Fernando, que había sido embajador de la Segunda República española en los Estados Unidos, era, desde el final de la Guerra Civil, profesor de Derecho en la New School for Social Research en Nueva York, les brindó desde el primer momento hospitalidad hasta que encontraran una vivienda apropiada. Con ventanas que daban al río Hudson, Tica recuerda con cariño esta casa, su primer hogar en el exilio, y los letreros luminosos de Manhattan, lo que la lleva a evocar la conferencia dada por su tío Federico antes de publicar su libro Poeta en Nueva York, en la que se refería a cómo los “letreros luminosos” de Times Square habían influido en el proceso de creación de los poemas contenidos en ese volumen.
Cuenta después Tica el traslado de la familia a una casa, que habían alquilado en Milltown, un pueblo situado en el Estado de Nueva Jersey, al otro lado del río Hudson, a su inevitable incorporación a la escuela, que era pública, al primer poema que aprendió en inglés, y a sus dificultades de audición, que le hacían pronunciar mal determinadas palabras o sonidos. La dificultad para oír bien hizo que estuviera en una clase menos adelantada que la de su hermano Manolo, pese a ser mayor que él. Tica recuera con cariño a una de sus maestras, Miss Brown, que le prestó una gran ayuda para vencer su problema de audición. Las dificultades para superar este obstáculo hicieron que en más de una ocasión rompiera a llorar. Pero entonces siempre encontraba consuelo en casa, sobre todo en su abuela Vicenta. Tica representa uno de los ejemplos más extraordinarios que he conocido de fuerza de voluntad y de superación.
Regreso a España en 1952 y se instaló en Madrid.

Libro ilustrado. Ensayo. 90 años después del viaje de Federico García Lorca en Nueva York

Recital de Pilar Galán en el Casino de Madrid, 26 de noviembre 2019

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Oír el recital de Pilar Galán en el Casino de Madrid del 26 de noviembre, un lujo oírla recitar. Una lección. Fue presentada nada más y nada menos que por Alfredo Gómez Gil:
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